miércoles, 6 de febrero de 2013

EL RATÓN DE HIPERMERCADO: EL DESENLACE


Este auténtico paladín de la relación calidad-precio conoce a la perfección el entorno donde se mueve y, por descontado, a los fabricantes que están detrás de las marcas blancas (http://marcasblancas.wikispaces.com/).  Suele tener los oídos bien abiertos en la puerta de los colegios, los parques y los mercados, lo que le permite además mantenerse  al tanto de las nuevas promociones con asombrosa actualización en tiempo real. 
Una vez dentro del escenario de su compra, su instinto de cinturón apretado le lleva además a tener localizadas con precisión milimétrica cada una de las estanterías y productos por muy recónditos que pudieran parecer (el yogur Yoplait, la gelatina neutra o el coco rallado, por ejemplo). No miran nunca el reloj y no se van hasta que no ponen el último tachón con su boli Bic en su detallada lista impresa en papel cuadriculado. 
La palabra improvisación no cabe en su vocabulario. Su modus operandi, exhaustivo y riguroso, nada tiene que envidiar al de Tom Cruise en Misión Imposible. Ha desarrollado un sexto sentido para quedarse siempre en la cola que va más rápida y por su puesto, jamás pide bolsas. Trae las suyas y siempre las justas. Están medidas minuciosamente de manera que entren perfectamente en el maletero del coche dejando el hueco justo para el saco de patatas y la caja de leche.
Y una vez cumplido su objetivo, regresa a su cocina para aprovisionar la despensa, no sin antes examinar dígito a dígito el ticket de compra, algo que ya solo está al alcance de las señoras mayores con permanente. Entran en su vivienda siempre por el parking, a salvo de cualquier vecino indiscreto que pueda obtener cualquier información confidencial sobre su frigorífico, y desde allí con discreción organizan la maniobra de descarga. En cuestión de segundos, los bultos están bien colocados en la despensa y el ratón de hipermercado ya se ha puesto las babuchas de estar por casa, tranquilo, satisfecho por el ahorro conseguido, pero en guardia permanente esperando a que suene de nuevo la alarma de la alacena.