Esta imagen, entre ronquidos, es una de las más repetidas en la sobremesa veraniega de muchos hogares españoles |
Vacaciones, playa mañanera, calor sofocante y gran comilona mezcladas en digestión con relajantes imágenes del tipo documentales de la 2 y Perico Delgado contando batallitas. No hay organismo humano que pueda resistir esa explosiva combinación de somníferos sin cerrar los ojos como bebé de pañales después de tomarse un biberón y echar su flatito.
Sabedor de su inevitable destino final, el espectador también pone de su parte para ponerse en situación y abandonarse a su suerte. Fuera camiseta, aire encendido, chanclas arrinconadas, botón de la bermuda quitado y postura cómoda en situación mimética con el sofá. Ahora sí que el ambiente es el más propicio para dormir a pata suelta. Solo falta una etapa llana de 200 km. para rodadores con previsible llegada al sprint para que la cabezada sea de campeonato.
Los más duros de pelar aguantan hasta el cartel de 40 km meta, pero acaban sucumbiendo hipnotizados por el relajante movimiento en acordeón de la serpiente multiculor y esos primeros planos de los tubulares de las ruedas girando, girando y girando...
La mente sin embargo se queda en estado catatónico y, entre tímidos ronquidos, sigue escuchando lo que pasa allí en la carretera. ¿Quién ganó hoy?, pregunta algún incauto que interrumpe el sueño justo cuando los corredores acaban de pasar la meta.
"Un extranjero de nombre impronunciable (Ardullaparó, Chipolini o Cavendich), pero no te preocupes que Indurain sigue líder y eso que Quiapuchi otra vez se escapó".
Sabedor de su inevitable destino final, el espectador también pone de su parte para ponerse en situación y abandonarse a su suerte. Fuera camiseta, aire encendido, chanclas arrinconadas, botón de la bermuda quitado y postura cómoda en situación mimética con el sofá. Ahora sí que el ambiente es el más propicio para dormir a pata suelta. Solo falta una etapa llana de 200 km. para rodadores con previsible llegada al sprint para que la cabezada sea de campeonato.
Los más duros de pelar aguantan hasta el cartel de 40 km meta, pero acaban sucumbiendo hipnotizados por el relajante movimiento en acordeón de la serpiente multiculor y esos primeros planos de los tubulares de las ruedas girando, girando y girando...
La mente sin embargo se queda en estado catatónico y, entre tímidos ronquidos, sigue escuchando lo que pasa allí en la carretera. ¿Quién ganó hoy?, pregunta algún incauto que interrumpe el sueño justo cuando los corredores acaban de pasar la meta.
"Un extranjero de nombre impronunciable (Ardullaparó, Chipolini o Cavendich), pero no te preocupes que Indurain sigue líder y eso que Quiapuchi otra vez se escapó".
Ya lo dice o lo dirá de aquí a poco la Organización Mundial de la Salud: el Tour y la siesta son el complemento perfecto para la dieta mediterránea veraniega.