martes, 15 de enero de 2013

LA CRISIS EN EL CARNAVAL DE CÁDIZ

Cierto es que estando en el dique seco laboral, el carnaval se saborea con un regusto amargo. Pero se vive, que no es poco. Sería demasiada penitencia hacer oídos sordos a una bocanada de aire fresco que ayuda a cargar las baterías y a despejar la mente a quienes pasan demasiado tiempo en su casa en pijama y en babuchas. Pena que solo tenga un contrato de fijo discontinuo durante  febrero y sus meses aledaños. En Cádiz, el carnaval es más que una fiesta, es la Fiesta; una forma de vida, y también el quejío de una ciudad  sin futuro a la vista donde el trabajo es una especie en peligro de extinción. 
Dicen que en la tacita de plata hay mucha calidad de vida, y puede que así sea. Puede también que por eso la crisis lleve aquí instalada demasiado tiempo. La culpa, de los que mandan, y, por qué no decirlo, de quienes nos dejamos mandar y acabamos resignados o conformados a una suerte que echan otros. Al menos, los gaditanos callados no se quedan. Hablan por ellos las letras de las agrupaciones con críticas mordaces, demoledoras, sobradas de lo que le falta a los de los despachos y las fotos en las cumbres: la perspectiva que da el estar en el pellejo del problema. Lástima que el humor haga que el sonrojo para los que manden se torne en risas casi al instante y al final todo quede en Carnaval, en un estúpido velo que corremos rápidamente. 
Ahora, dos maneras diferentes de ver la crisis en  dos agrupaciones sobresalientes. El primer video, de los dos de Onda Cádiz, corresponde a un pasodoble de la comparsa de Joaquín Quiñones Los peleles del XXI. Verdades como puños bien cantadas y mejor afinadas.



La segunda es humor y guasa gaditana en estado puro. Su nombre, irónicamente, lo dice todo: Las verdades del banquero, la chirigota de José Luis García Cossío; "Selu" en Cádiz. 



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