jueves, 2 de octubre de 2014

LOS CUMPLEAÑOS DE TODA LA VIDA

Ahora lo vemos lejos, pero uno de los pilares fundamentales de la sociedad del bienestar era la capacidad de la familia de embarcarse en organizar cumpleaños faraónicos.Todo nos parecía poco para contentar a nuestros hijos: fiestas con payasos en esos parques temáticos, la clase entera al cine, monitoras y caras pintadas. Alguien un día inventó esa absurda moda y aunque en petit comité los padres criticaban el despilfarro todos pasaban por el aro por no ser menos, por miedo a que nuestros peques se sintieran inferiores ante sus amigos. "Un día es un día". Había trabajo y dinero. Ni el más mínimo cargo de conciencia, a pesar de que los niños recibían más regalos que en los Reyes o que la tarta y la merienda iban entera al cubo de la basura, y con ellas parte de nuestro dinero.

No todo ha sido malo. La crisis nos ha puesto en nuestro sitio y nos ha hecho recuperar la sensatez y las viejas buenas costumbres. Una  merienda en casa con los mejores amigos y los primos y a correr al patio o al parque. Al super por las viandas con una lista bien organizada. Batidos y dulces marca blanca, bocatas de Nocilla y la tarta la hace en casa la tía Susana. Nos habíamos subido tanto el listón que olvidamos que los peques se adaptan a todo. Les da igual el escenario. Ellos lo que quieren es un par de regalitos, soplar las velas y salir zumbando a jugar con sus amigos. Lástima que hayamos tenido que sufrir un ataque de realidad para darnos cuenta de que a veces la felicidad consiste en lo más sencillo.

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