Como las moscas cojoneras, aparecen solo con el buen tiempo. Ha llegado la primavera y con ella adornan el paisaje callejero los atletas ocasionales, deportistas fijos discontinuos con muy malas hechuras o incluso a veces hechuras de contrahechos. A diferencia del deportista indefinido de toda la vida, a esta clase de atleta de quita y pon, que avanza por el asfalto con paso inquietante y muy mala cara, no les mueve su espíritu olímpico ni los hábitos de vida saludable. Su leitmotive es la venidera temporada de playas y su afán por lucir palmito con el bañador nuevo a pie de barra del chiringuito.
Al día siguiente, media hora después de empezar a vestirse, porque aún no se le ha cogido el truco al brazalete del Mp4, se inicia el desafío. No es fácil arrancar, y menos después de ver a alguien ponerte el culo en pompa a medio metro en el calentamiento y sobre todo cuando un atleta 20 años mayor y con un estilo lamentable, les adelanta como un rayo en los primeros 100 metros de carrera. Mejor centrarse en uno mismo y distraer el cansancio. Ayuda mucho el Isostar y más aún fijarse en los distintos modelitos y distraer la mente de la falta de oxígeno.
Existen un sinfín de arquetipos en esta kilométrica pasarela del deporte ocasional. El pijo que va todo de marca para correr solo diez minutos y marcharse después al cóctel; el que no se entera que con 120 kilos esas mallas con un peo serán explosión segura; el alma gemela de gustos y de cartera que lleva la misma ropa del Decatlón y hay que hacerse el tonto cuando se cruza; el popular que nos despega las pegatinas con esa camiseta florescente de la última carrera; aquel señor mayor vestido con una indumentaria de Cuéntame (Camiseta Moscú 80); la pareja de guapos cachas de culo respingón; el osito peludo que se empeña en llevar tirantes a pecho descubierto; la gachí buenorra que va con sus perros; el que tira de fondo de armario sin complejos y corre vestido igual que si fuera a pintar su casa, incluidos esos horribles calcetines, y el futbolista frustrado que combina una camiseta del Cádiz con unas calzonas de la Roma y unas medias del Manchester y se queda tan pancho.
Existen un sinfín de arquetipos en esta kilométrica pasarela del deporte ocasional. El pijo que va todo de marca para correr solo diez minutos y marcharse después al cóctel; el que no se entera que con 120 kilos esas mallas con un peo serán explosión segura; el alma gemela de gustos y de cartera que lleva la misma ropa del Decatlón y hay que hacerse el tonto cuando se cruza; el popular que nos despega las pegatinas con esa camiseta florescente de la última carrera; aquel señor mayor vestido con una indumentaria de Cuéntame (Camiseta Moscú 80); la pareja de guapos cachas de culo respingón; el osito peludo que se empeña en llevar tirantes a pecho descubierto; la gachí buenorra que va con sus perros; el que tira de fondo de armario sin complejos y corre vestido igual que si fuera a pintar su casa, incluidos esos horribles calcetines, y el futbolista frustrado que combina una camiseta del Cádiz con unas calzonas de la Roma y unas medias del Manchester y se queda tan pancho.
Lo peor de todo es que después de soportar esas horribles agujetas fruto de varios cientos de segundos de esfuerzo, de cuatro o cinco abdominales y de media docena de flexiones pocos son los que consiguen librarse de esa barriga cervecera tan molesta solo en verano. Y los que lo logran, lo echan todo a perder con la primera barbacoa veraniega. Tanto esfuerzo para tirarlo después por la borda con unas chuletitas o una costillas bien de tocinito. ¿Merece la pena toda esta parafernalia para condenarse poco después con una ristra de chorizos al infierno? La respuesta es sí, pero solo un par de meses al año.
Se le han olvidado esos profesionales del circuito que beben isostar constantemente, extrañados por la deshidratación que sufren, sin reparar en que el bonito y colorido impermeable d tintoretto (plastico puro) que visten transpira más bien poco o nada...
ResponderEliminarCierto, aunque cada vez son más legión los que sustituyen el Isostar por esa bebida para deportistas de marca blanca del Mercadona, que con la crisis y bien fría hace las veces...
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